Las estrellas brillan sobre las cabezas de los pasajeros en la primera noche que pasan
a bordo del Transcantábrico. Es el inicio de un viaje en tren de ocho días, entre la
nostalgia y la diversión. El Transcantábrico lleva 15 años circulando por las estrechas
vías ferroviarias del norte de la Península Ibérica. Desde finales de mayo hasta
principios de octubre, se pone en marcha para realizar el trayecto entre Santiago de
Compostela y San Sebastián, y la semana siguiente, el mismo recorrido a la inversa.
Fuera de este periodo, este magnífico tren turístico se puede alquilar para viajes
especiales en grupo.
Hay pocos trenes que puedan presumir de un recorrido tan lleno de maravillas
paisajísticas. En ocho días, con sus consiguiente noches, descubre la panorámica
completa de la llamada España Verde: Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco. Sus
54 pasajeros (que son el máximo de ocupación) están atendidos en todo momento
por una tripulación que combina el servicio impecable de una compañía aérea con la
profesionalidad y buen hacer del personal de un hotel de cinco estrellas. El
Transcantábrico está formado por cuatro coches salón, uno de ellos con música en
directo, y cuatro coches dormitorio equipados con elegantes duchas.
El Transcantábrico es un tren diferente, con un aire más joven y divertido que otros
del mismo tipo. Nació como un proyecto atrevido y distinto que deseaba combinar el
exotismo de otros ferrocarriles turísticos como el Transiberiano o el legendario
Orient Express, pero con una nota de confort y además por un tipo de vía distinto: la
estrecha, que conserva el angosto formato de los antiguos Ferrocarriles Económicos.
Sólo este trazado por una vía de un metro de anchura permite adentrarse por las
hermosas geografías norteñas.